Anda plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda, qué paz puede haber en el silencio.
Vive en buenos términos con todas las personas todo lo que puedas, sin rendirte.
Di tu verdad, tranquila y claramente.
Escucha a los demás, incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su historia.
Especialmente, no finjas afectos; tampoco seas cínico con respecto al amor, porque frente a toda aridez y desencanto, el amor es perenne como la hierba.
Ten cuidado, esfuérzate en ser feliz. Y para ello, no escatimes en medios, ya que aunque cueste creerlo, tienes a tu alcance todo lo que necesitas para serlo, si aportas los ingredientes esenciales para ello: la fe y la constancia. De esa forma, en tu vida obrarás milagros.
Sobre todo, cree en tí. Sí, se puede.